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Rastro de migajas. Parte 2

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leyva1130's avatar
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BASIL

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6
Rastro de migajas
Parte 2



Durante todo ese día, las cortinas de la residencia Basil habían estado cerradas, bajo la estricta prohibición de que entrase cualquier halo de luz al interior de la habitación que utilizaba el detective como laboratorio, así como evitar el menor ruido posible en el lugar, creando un ambiente un tanto sombrío y lúgubre, desde el punto de vista del Doctor Dawson, así como la Señor Judson que había optado por irse a la cocina, con la esperanza de hacer comer al fin al detective que parecía demasiado entregado al caso.

– Basil…

– Shh…

– Pe… pero Basil…

– Doctor, por favor, no hable… esto es importante… – ordenó el ratón castaño, mientras se mantenía expectante ante la reacción que podría mostrar aquella pequeña formula realizada y que vigilaba desde hace horas, mientras el techo del lugar se encontraba envuelto de humo por la anterior explosión que les había dejado los rostros negros, todo por la visita de la pequeña Oliva que terminó siendo enviada con la ama de llaves, con la promesa de algunos bocadillos dulces, mientras terminaban.

Siendo considerado como el único momento gracioso del día, la rabieta que había realizado el detective luego de ver arruinado el experimento.

– Pero… – finalmente, el doctor Dawson había emitido un profundo suspiro al ver que Basil jamás le pondría atención a sus palabras, con la concentración que tenía ahora con aquella pequeña prueba que les daría la conclusión final de algo que ni el mismo entendía y simplemente le daba la razón al detective porque siempre terminaba por tenerla.

Metió sus manos en el bolsillo, observando como la cola de Basil se movía muy apenas en el aire, antes de pararse de golpe ante el resultado dado, trayendo un “AJÁ!!!” de parte del ratón castaño que comenzaba a correr de un lado a otro emocionado, provocando que el mismo se hiciera contra la pared al verlo correr por todos lados para no estorbarle.

El buen doctor, movió sus orejas al observar como el detective tomaba un marcador rojo, dibujando una largar línea rojiza en aquella pizarra donde había pegado un montón de recortes de periódicos alrededor de un mapa de una parte de la ciudad de Londres, principalmente del rio y los puertos, trazando varias rutas que terminaban en un punto cercano al puente de Londres.

– Basil… ¿ya tienes resuelto el caso? – preguntó el ratón regordete, sabiendo que el otro se limitaría a responderle lo estrictamente necesario sobre ese último caso que había absorbido todo el tiempo del ratón y parte de su cordura, sin que lograra hacerle descansar debidamente.

Un suave asentimiento con una expresión de completo orgullo fue su respuesta del ratón detective, antes de clavar una daga turca justo en el centro de un lugar, esponjando el pecho con orgullo al descubrir el punto final, luego de seguir ese largo camino de migajas, por semanas.

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Durante el resto de la noche de su gran descubrimiento, había optado por descansar, seguro que no podía esperar por alguna otra pista al tener las respuestas necesarias…

Un poco de normalidad le haría bien, además, calmaría los ánimos del doctor y podría hacer frente a la pequeña plaga que representaba la pequeña niña que estaba de visita, haciendo preguntas sin cansarse sobre los diferentes experimentos que estuvo realizando y contando las anécdotas de su viaje en tren del que regreso junto a su padre, para visitar a su familia.

Si, aquello había sido normal en muchos sentidos de la palabra, pero no podía ser algo de para siempre… Así que, en cuanto los primeros rayos del sol se colaron de entre las nubes hacía su ventana, se había levantado decidido a preparar todo lo necesario para su pequeña excursión que realizara.

Se cerró la chaqueta acercándose a la ventana y observando la vegetación y los primeros humanos pasar por la acera. Suspiró profundamente antes de retirarse del sitio, para tomar su vieja lupa que le había acompañado por tanto tiempo, limpiándola para eliminar el polvo y las manchas sobre el lente, guardándola finalmente dentro del bolsillo interno de la prenda desgastada.

La noche anterior, había decido salir sin avisar a los demás, puesto que se negarían acompañarle en dicho caso, especialmente porque era a algo referente a la supuesta muerte de Ratigan, a quien consideraban un sujeto eliminado de la faz de la tierra, especialmente por la falta de sus acciones habituales. Pero él no era tan incauto como el resto, había aprendido a ver más allá de lo evidente y deducir las cosas, antes de que las consecuencias fuesen existentes y trajeran un peligro para todos.

Además, sus instintos le indicaban que la rata de alcantarilla continuaba respirando, después de aquel suceso y sus últimas investigaciones habían demostrado que así era, guiándolo a un punto clave en el puerto de la ciudad, dónde seguramente se encontraba la nueva guarida de Ratigan.

Suspiró profundamente, preguntándose las razones por las cuales, el Profesor Ratigan no solía alejarse demasiado de las alcantarillas del puerto, tal vez por la facilidad de conseguir “empleados” cuya moral fuese dudosa y no pensaran en lo que harían, sino que simplemente cumplieran cabalmente con las órdenes. O tal vez, por la facilidad de escape y materia prima que podría obtener de los barcos que embarcaban y desembarcaban en el lugar.

Como fuera, siempre sería un punto clave, que tal vez debería tomar muy en cuenta de ahora en adelante.

Negó un par de veces, yendo en dirección del librero empolvado que tenía en su habitación, tomando y jalando un pequeño frasco de laboratorio que no solía mover por nada del mundo, regañando a cualquiera que se atreviera a ponerle una mano encima. El sonido de la pared moviéndose resonó suavemente en el lugar, mientras el polvo comenzaba a caer y dejaba ver una pequeña puerta secreta que tenía en el interior de su armario, detrás de sus chaquetas.

A paso rápido, traspaso el cumulo de chaquetas viejas y nuevas, atravesando aquel pequeño hueco en la pared de madera que le dirigía por un túnel hacía la casa del humano benefactor con quien compartía la propiedad y cuyos gustos personales se asemejaban de sobre manera que le hacía pensar en que si no fuera por la diferencia de especies, bien podrían familiares.

Rio por su propio pensamiento, avanzando entre la oscuridad que era iluminada por tenues rayos de luz de las habitaciones del individuo, llegando a una parte donde la madera se veía un poco más “frágil”, empujando aquel pequeño trozo de madera y dejando ver la sala del gigantesco edificio.

Sus orejas y nariz se movieron mientras se asomaba, para finalmente empujar todo el trozo y animarse a entrar, al saber que estaría completamente solo, emitiendo un silbido para llamar al pequeño cachorro que solía utilizar para la resolución de casos.

Las fuertes pisadas se escucharon del cachorro, hasta que finalmente llego frente a él, mostrando su lengua y dejando ver su felicidad por encontrarse nuevamente con el ratón.

– Oh! Ahí estas Tobi… vamos, hoy saldremos de casa un rato – dijo el ratón, yendo por la correa y colocándosela al can, subiéndose sobre él y saliendo del lugar – tal vez regresemos un poco tarde.

Para cuando la señora Hudson y el Dr. Dawson escucharon a Toby salir, ya era demasiado tarde para detenerlo, simplemente observaron en la acera cómo Basil salía sin decir a dónde… sin imaginar el peligro que significaba aquello.

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– Espera aquí Toby – ordenó el detective, al bajar del cachorro, realizando una señal con su mano observando la forma en que se dejaba caer sentado, viéndole con emoción y la lengua de fuera.

Desde que salió de su hogar en la calle Baker, había recorrido a gran velocidad parte de las calles de Londres tratando de no verse demasiado obvio entre la población de ratones que iniciaban su mañana, así como entre la población humana, puesto que era extraño ver correr a un pequeño can de cacería con un ratón vestido encima.

Al menos, cualquiera que diera aviso de tan singular escena ganaría un boleto directo al nosocomio psiquiátrico, para atención inmediata.

Como fuera, finalmente había llegado a las orillas del Río Támesis, observando el puerto que mostraba un poco más de actividad de la habitual, por los navíos que recién estaban desembarcando las mercancías de las que gozarían los habitantes humanos. Un poco más allá, entre las zonas de cajas de carga y descarga, se podían ver algunos ratones que se encargaban de bajar sus pertenencias, seguramente la mayoría extranjeros buscando iniciar una vida mejor y más interesante en Londres.

El detective levantó una ceja avanzando en dirección de unas cajas selladas, con la finalidad de acercarse a la entrada más próxima a las alcantarillas para poder recorrer con total libertad la red subterránea del drenaje, en busca del punto que señalaban sus conclusiones sería la nueva guarida de Ratigan.

Finalmente, entro en una de ellas, descendiendo por la pared húmeda y sucia, utilizando sus uñas para evitar resbalar y caer de mala forma, hasta que logro descender y hacer tocar sus pies sobre el húmedo piso del lugar.

Movió sus orejas, comenzando a avanzar y adentrándose en la oscuridad del túnel que se le presentaba enfrente, maldiciendo por no haber traído consigo una linterna y confiando en su buena vista y sexto sentido natural, escuchando entre el silencio y sus pasos, el constante goteo existente, sin que tal detalle le afectara, recordando la ruta memorizada la noche anterior.

– Realmente te gusta vivir en la mugre – murmuró a Ratigan a pesar de saber que no se encontraba presente, sacando un fosforo y encendiéndolo para mejorar la iluminación y poder revisar la ruta que había tomado. Todavía le dolían las palabras dichas por aquel villano en su última visita en su vieja guarida, si tan solo Dawson no se hubiese desviado de esa forma, no hubiera llegado tarde y se hubiera ahorrado ciertas burlas sobre los problemas que tuvo con la tubería.

Tronó sus dientes, dejando caer el fosforó que chillo al ver extinguida la flama a la que había dado vida, reiniciando su camino con una mano directamente en uno de sus bolsillos, preparado para cualquier ataque sorpresa que fuese acontecer estando tan cerca del punto que señalado con sus investigaciones.

Los pasos, a pesar de ser lentos, comenzaban a sonar ansiosos, sentimiento que le levantó suavemente el pelaje por debajo de sus ropas y comenzaba hacerle sudar en pequeñas gotas cristalinas que se abrían paso por su pelaje, dejando que el sonido propio del silencio llenara sus oídos.

Su corazón había comenzado a latir rápidamente, como si le advirtiera de un gran peligro, mientras la ansiedad se convertía en un extraño terror que comenzaba a paralizar sus piernas, mismas que negaban a continuar aquel camino, sintiéndose una clase de cordero dirigiéndose de forma directa a su verdugo para que le diese la muerte.

El sonido de una gota caer en sus espaldas, le hizo desenfundar su revolver, girándose agresivamente y apuntando directamente al origen del sonido, sin lograr ver a nadie…

– Jejejeje, mi imaginación – murmuró riéndose un poco de su propia paranoia, antes de tragar pesado y reanudar su camino con el revolver en mano, oculto dentro de la chaqueta, alerta por cualquier ataque y ahuyentando esos sentimientos y alarmas que le indicaban que se retirara inmediatamente, suponiendo que era culpa por acostumbrarse a trabajar al lado de Dawson.

El túnel comenzó a verse cada vez más iluminado, mientras él levantaba completamente sus orejas, dejando que su vista se acostumbrara a la nueva iluminación y entrando a una caverna entre las paredes de la cloaca que parecía haber sido ocupada hace un tiempo, por el propio Ratigan.

Se acercó a una lamparilla que se encontraba tumbada en el suelo, levantándola y acomodando la vela de su interior, encendiéndola para iluminar mucho mejor su camino, dirigiéndose a las diversas estructuras de madera colocadas.

– Parece ser… que todo esta abandonado… – murmuró frunciendo el ceño, al inspeccionar una de ellas, observando los objetos que funcionaron como sillas y los objetos polvosos y abandonados en el lugar.

¿Acaso sus conclusiones habían estado mal? ¿Sus conjeturas no eran del todo ciertas?

Tal vez Dawson y los demás tenían razón en su dicho, al asegurar que el fin de Ratigan había llegado con la caída desde el Big Ben, y no como él puntualizaba al decir que continuaba con vida.

Pero…

Siempre debía existir un “pero” dentro de su vida, tal vez más por capricho que todo por verdad… pero los últimos sucesos demostraban que las acciones delictivas tenían todas las características del profesor… no podía haberse equivocado.

– Tal vez… si regreso – murmuró llevándose una mano a la barbilla, casi tapando sus labios, cuando una sombra se acercaba lentamente por su espalda, cubriendo la poca luz que le iluminaba y poniendo en alerta al detective, antes de que se girara y todo se volviera completamente negro.

El sonido de un golpe se escuchó, seguido del cuerpo de Basil al caer y arrastrarse por el suelo junto con su revolver que avanzaba en el cuerpo hasta quedarse quieto gracias al pie pequeño de un individuo que se sostenía en una muleta.

Los cristales de la lamparilla al quebrarse resonaron en el lugar, mientras la vela moría lentamente, dejando el cuerpo inerte del detective en la oscuridad, dejando muy apenas una visibilidad para notar que era arrastrado en dirección desconocida.

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BASIL
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Trozos de locura.

Durante ese corto lapso de tiempo, la normalidad había regresado en el hogar del detective de la Calle Baker; o al menos, eso creían el resto de sus habitantes, al escuchar nuevamente la música del violín de Basil, luego que casi toda la noche no les dejara dormir por no desear parar las notas, mientras se hundía dentro de sus cavilaciones y trazaba planes y rutas que no entendían del todo, pero sabían o creían que sería algo bueno.
– Es bueno verlo como antes… pero no estoy segura de sentirme del todo conforme – musitó el ama de llaves, con una mano en su pecho al ver al detective observando fijamente aquel pequeño altar lleno de notas de periódicos, la campana que brillaba a contra luz y la horrible fotografía de aquel cruento doctor que finalmente había dej
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Oscuridad
BASIL
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Nota: Este capítulo contiene insinuaciones que pueden ofender la sensibilidad del lector, se recomienda prudencia y respeto.
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En la oscuridad

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Oscuridad…
Estaba envuelto completamente en oscuridad…
– Déjame…
Había gemido entre el dolor que le causaban las acciones de la rata y las burlas que escuchaba de parte de los pocos que presenciaban esa singular tortura, que ni en sus más oscuras pesadillas habría llegado a vislumbrar…
No sabía que era peor, el dolor que sufría su cuerpo o el de su alma, que comenzaba a desgarrarse sin que p

Ok, capitulo un poco más largo que los demás, por la enorme ausencia de publicación de este fic. Pero como que la inspiración quiso escapar, aunque quedo la musa de los dibujos jajajajajajaja.

Espero que sea de su agrado >w<*, y que haya lectores TTwTT

Basil de la calle Baker © Eve Titus and Disney
History © :iconleyva1130::iconpretor30: Leyva
Gallery:
Basil of Baker Street

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Comments2
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missjackpumpkin's avatar
COMO OSAR DE OSAR DEJARME ASI CON LAS PALOMITAS A MEDIO CAMINO SIN ACABARMELAS Y CON TODA LA ANSIEDAD POR SABER QUE SIGUE!!!

Estas peor que capitulo de Shield XD