A2 - C5 = ALERTAS

Este capítulo es una combinación de narrativa desde primera persona (punto de vista de Tux - POV) y desde tercera persona (narrador).

Los “:::::::::::::::::::” son saltos en tiempo y lugar.

Los pensamientos de los personajes irán de la siguiente manera: – “pensamiento” –

Espero que sea de su agrado.

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TORMENTA DEL CORAZÓN
ARCO 2. El REGRESO DEL PIRATA.

CAPÍTULO 5. ALERTAS

POV DEL PIRATA MR. TUX.

El sonido realizado por los soldados acercándose al lugar donde me encontraba, me pusieron en sobre aviso, despertándome de mis recuerdos y obligándome a correr nuevamente, decidido a olvidar aquel pasado que parecía haberme alcanzado por algunos breves segundos.

Estaba seguro que faltaban algunas cuadras para llegar al puerto, lo que no sería ningún problema para mí, por lo que pronto podría retirarme de aquella ciudad, claro está si antes no han embargado mi barco.

Realmente ese recuerdo me había sacado una amplia sonrisa en el pico, después de todo, ese fue uno de los momentos más felices que tuve en toda mi infancia y, hasta la fecha, una de aquellas figurillas aún se encontraba parada en la mesa de mi camarote, inmóvil, dentro de una caja de cristal.

Jamás respondía las causas de tenerlas conmigo, ni siquiera quien me las había regalado años atrás, simplemente ese acto de bondad se quedó grabado en mi corazón y tal vez en aquel pingüino.

TERMINA POV DEL PIRATA MR. TUX.

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Los ciudadanos de aquella modesta ciudad, habían sido pestos en alerta ante el avistamiento de tan peligroso pirata, todos ellos con la encomienda de que en cuanto viesen a algún pirata, de inmediato dieran aviso a las autoridades.

Varios grupos de soldados fueron llamados, para que buscasen a tan conocido pirata que vagaba en alguna parte de la ciudad, dispuestos a capturarle y/o matarle, revisando cada rincón, entrando a cada posada, cuarto, hostal, cantina, casa particular… dónde fuera, con tal de encontrarle.

Una de las unidades más fuertes, se desplazaba rápidamente entre los pasillos del edificio principal de la sede militar.

Un pingüino de cabeza plana y ojos azules se mantenía al frente del grupo, deteniéndose frente a una de las puertas más grandes de todo ese pasillo. Suspiró suavemente, levantando una de sus aletas y, sin estar muy seguro de hacerlo, golpeó de manera firme pero suave la madera, esperando que quién se encontraba del otro lado no se alterase.

– Skipper… – otro pingüino, el más alto de todos, habló al ver que el pingüino continuaba levemente paralizado, con la aleta en alto, esperando una respuesta del otro lado, que no llego…

El grupo de cuatro pingüinos se voltearon a ver entre sí, asintiendo suavemente, para que luego el líder volviese a golpear la puerta.

– Buck Rockgut, Señor – llamó finalmente, antes de abrir la puerta y asomarse al interior de la habitación; misma que era espaciosa, llena de muebles repletos de libros, instrumentos y cartas de navegación, diversos papeles escritos con una letra fina y firme. Algunas plumas se encontraban repartidas en toda la mesa, denotando el uso constante de la escritura, así como varios tinteros vacíos.

– Ahora no hay forma, de que escapes – se escuchó de momento la voz del dueño de aquella oficina, atrayendo la atención de los cuatro pingüinos que se encontraban asomados en la puerta.

Finalmente, Skipper abrió por completo la puerta, entrando a la habitación y observando como el pingüino legendario: Buck Rockgut, preparaba un nuevo plan de batalla con varias figurillas sobre un mapa, de las aguas que solía navegar con frecuencia.

– Señor – habló al fin, llamando la atención de su superior que levanto la vista y soltó de golpe la figurilla que sostenía, antes de dar un salto sobre la mesa (tirando todo sobre lo que había trabajado) y provocando que los tres soldados dieran un brinco para retroceder.

– ¿Qué… ES LO QUE QUIEREN?!!! – les gritó, observando a los más jóvenes, mostrándose irritado por la interrupción, cuando estaba tan cerca de crear la carta de navegación perfecta, con el plan perfecto, para atrapar al escurridizo Capitán Ardilla Roja.

– Señor, venimos de la central de operaciones, traemos informes para usted y para el General Nigel – respondió Skipper, realizando un saludo rápido y realizándole una señal a Kowalski para que se apresurara en entregar los informes correspondientes al superior.

– El General Nigel no se encuentra en la base – respondió de forma hosca, arrebatándoles el documento para leerlo.

– Recibimos el informe sobre la llegada de uno de los piratas más buscados, dentro de la lista – informó el pingüino más alto, inmediatamente, sin hacer caso a las palabras del superior.

– Un pirata… entonces ese asqueroso roedor finalmente se ha dignado a enfrentarme – dijo el General, bajando bruscamente de la mesa para tomar un par de espadas que se encontraban colgando de una silla, pero las palabras de Skipper le interrumpieron, sabiendo de antemano que el otro enloquecería y saldría sin ninguna explicación a cazar a la Ardilla Roja.

– Negatorio, Señor – dijo, sin atreverse a verle a los ojos – en realidad, se trata del Pirara Mr. Tux… – continuó, con voz rápida y firme, escuchando el gruñido bajo de parte de Buck, quien parpadeó antes de emitir un gruñido más alto y corrió para tomar sus armas.

Había pasado mucho tiempo, desde que escucharon sobre la última visita de ese sujeto, aunque con la desgracia de enterarse un día después de su partida… aunque, en esta ocasión, seguramente había tenido un descuido.

– En este momento, hay varios grupos buscándolo, pero nosotros fuimos enviados a avisarles de su llegada – continuó Skipper siguiendo al General que avanzaba a paso rápido, antes de detenerse de golpe por el giro repentino de parte del pingüino de ojos rojos.

– William… te encargaras de dirigir las tropas a la zona de la playa – ordenó el General, al más joven de los soldados que aquella unidad, tratándose de un pingüino de ojos verdes, algo regordete y bajito – puesto que tu padre se fue a misión.

– ¡¡¡Sí señor!!!

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En otro lado de la ciudad…

Tux corría a todo lo que daban sus piernas, perdiéndose entre la gente y evitando a los soldados cómo fuese, manteniéndose alerta y procurando que nadie saliese herido por sus acciones. Incluso, no se había tomado la molestia de sacar sus armas, con el mismo fin, aunque estaba seguro que los soldados no se tomarían dicho detalle y le dispararían, hubiese o no civiles, dónde los desesperara.

Llegó hasta la entrada de un nuevo callejón, cuando el maullido de un gato se escuchó cercano, poniéndolo en total alerta y sacando una de sus espadas, antes de ver una sombra acercarse rápidamente, apenas dándole tiempo de reaccionar.

– ¡¡¡AAAAAAAAAARRRRRRRGGGGG!!!

El fuerte sonido de los dos metales chocar, se escuchó en los alrededores, mientras una mirada de furia se presentaba en Tux al verse atacado de esa forma tan sorpresiva.

– ¡¡¡Maldito pirata!!! – escuchó, al momento en que el ataque aflojo y se vio nuevamente atacado, esquivándolo con un rápido movimiento y reconociendo a su atacante.

– ¡¡¡Teniente Jonathan!!! – Exclamó Tux, frunciendo el ceño y moviendo su espada de forma que pudiera detener la estocada que iba directo a su vientre – vaya ¿ahora ya se oculta en los callejones? Eso sí que es nuevo de su parte – aseguró el joven pingüino con una sonrisa y evitando un nuevo ataque.

– ¡¡¡Cierra el pico y entrégate cobarde!!! – exigió el perro gris, intentando realizar un corte en el cuerpo del pingüino, que saltó hacía atrás.

– Primero muerto…

– Entonces, será un gusto arrancarte la vida…

Las espadas volvieron a chocar entre sí, resonando en toda la calle, mientras los civiles huían del lugar, temerosos por ser dañados por alguno de los dos contendientes que reñían salvajemente entre sí. Tanto Tux como el teniente, chocaban sus espadas, esforzándose por lograr un corte o lograr una estocada en su contrincante, ya sea para herirlo y huir (como en el caso de Mr. Tux) o herirlo y matarle (como en el caso del Teniente Jonathan).

– ¡¡¡No dejas de ser un simple pichón!!! – el teniente dio un fuerte golpe a la espada del chico, obligándole a soltarla y observando como volaba en el aire y se clavaba sobre un barril, provocan que saliera un delgado hilo de vinagre, como consecuencia.

– Y usted… sigue siendo un perro sarnoso ¡¡¡come mocos!!! – respondió Tux, encestando un fuerte puñetazo en el rostro del perro, borrándole la sonrisa que había dibujado con su proeza al no esperar un ataque de ese tio.

Un par de puñetazos y golpes, fueron propinados por el pingüino del parche, en diferentes partes del cuerpo de su contrincante, buscando la forma de noquearlo y salir vivo de aquella afrenta.

Si algo había aprendido Tux en todo ese tiempo, era que falta de armas, el cuerpo era lo único que podría utilizar para ayudarse, el cuerpo y su inteligencia. Conocía de años a ese viejo perro, por lo que algunas ventajas debía de tener guardadas bajo la manga.